Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl

Las Hijas de la Caridad, estamos llamadas a servir Jesucristo en la persona de los pobres y marginados, con un espíritu de humildad, sencillez y caridad. Impulsadas por el amor de Cristo y sostenidas por una profunda vida de oración, vivimos en comunidad de vida fraterna, ayudándonos unas a otras en nuestra misión común de servicio, servicio que se dirige a la persona en todas sus dimensiones humanas y espirituales.

Nos encontramos presente en 96 países, en los cinco continentes.
Vivimos y servimos en los lugares de prioridad social: hospitales, casas de niños , colegios, centros de acogida para las personas sin techo o que sufren dependencias o discapacidades. En definitiva, dondequiera que se presenta una necesidad y dónde podemos llevar ayuda y apoyo, queremos estar disponibles y listas para servir, según nuestras fuerzas y nuestras posibilidades, en colaboración con otras fuerzas vivas de la Iglesia y con diversos organismos y Asociaciones.

Comienzos

La Compañía de las Hijas de la Caridad nació en Francia el año 1633. El espíritu de Dios sopló en los corazones de varias personas, Vicente de Paúl, Luisa de Marillac y Margarita Naseau.

Vicente de Paúl descubrió la miseria material y espiritual en su entorno. En 1617, en Chatillón les Dombes, el encuentro con una familia pobre, le impulsó a reunir a señoras de la burguesía local fundando las “Cofradías de la Caridad”. El objetivo era organizar la ayuda material y el acompañamiento espiritual, para que cada día, los pobres estuvieran mejor atendidos y pudieran tener fuerza para salir adelante.

Luisa de Marillac siempre fue sensible a las dificultades de su entorno, incluso antes de encontrar a Vicente de Paúl ella visitaba a los pobres. Su corazón estaba abierto y con su gran fe y atenta a las necesidades de los más humildes, a petición de Vicente de Paúl fue a visitar a las primeras “cofradías de la caridad”.

Vicente y Luisa perciben que el servicio directo de los pobres no es fácil para las señoras de la nobleza o la burguesía. Estas señoras van a llevar comida, distribuyen ropa, cuidados y consuelo. ¡Visitan pocilgas, con bonitos vestidos a personas que les parecen rudas; es un formidable desafío!

Margarita Naseau, una campesina de 34 años, de Suresnes, había aprendido a leer por sus propios medios, preguntando a las personas que consideraba instruidas y que se cruzaban en su camino, para formarse. Ella abrió en su aldea, con otras jóvenes, el aprendizaje de lectura para los niños. No tenía otra intención que servir a Dios. Se encontró con Vicente de Paúl durante una de las misiones de evangelización de los Paúles. En 1630, se unió a Vicente y a Luisa, en París, que le proponen ayudar a las señoras de las cofradías.

Tres historias, tres vocaciones se cruzan y se unen para el servicio de los pobres. Las dificultades de las cofradías, abren por fin el camino a una nueva creación: la Compañía de las Hijas de la Caridad que nació el 29 de noviembre de 1633